Cosmeticorexia: ¿eres adicta a las cremas?

El sérum y la hidratante, pero también (¡por supuesto!) crema de manos nada más sentarte en la oficina, un repaso a la hora del café, las mascarillas y exfoliantes una vez a la semana, ediciones limitadas, tratamientos...

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Aunque los tratamientos cosméticos cuidan nuestra piel con cremas cada vez más polivalentes, capaces de hidratar, realzar o matificar con solo un producto (o un par de ellos), hay quienes siguen creyendo en el ‘cuanto más, mejor’. Una forma de pensar que, en su justa medida, forma parte de una elección más o menos acertada pero que, fuera de control, puede convertirse en una pesadilla.

¿Has perdido el control? © Taghi Naderzad

Acabar con una cantidad de cosméticos en casa que bien podríamos confundir con el almacén de una perfumería y, peor aun, utilizarlos todos al mismo tiempo, no solo es del todo inadecuado, sino que además podría denotar un problema: el de la adicción a los productos de belleza. “La preocupación excesiva por la estética desemboca en ocasiones en comportamientos nocivos y adicciones”, explica el psicólogo y orientador familiar Antonio Soto González, director del Área de Prevención y Nuevas Adicciones del Centro de Tratamiento MonteAlminara de Málaga. “Es el mismo caldo de cultivo que la vigorexia o algunos trastornos de la conducta alimentaria”.

En cosmética, especialmente en tratamientos, más no significa mejor. “Un exceso de crema tapona los poros y provoca brillos en la piel. Aplicar demasiado producto de una vez no va a conseguir un efecto más rápido y lo ideal es que se absorba con facilidad”, dice José Luis Cerrillo, director de los Laboratorios Válquer. De hecho, aunque lo correcto es utilizar una medida correcta, es preferible quedarse cortos, sobre todo si son cremas que nunca hemos usado y que, como ocurre con el retinol o con los champús sin siliconas, necesitan de un periodo de adaptación, de depuración y de autorregulación.

Interesante, ¿verdad?

¿Qué lleva a una persona a volverse adicta a los cosméticos hasta lo patológico? Según los expertos, un ideal de belleza muy rígido y nada realista, “un canon en el que no existe una forma elegante de encajar el proceso natural del envejecimiento”, explica Antonio Soto. Además, se puede ver acompañado de otros trastornos como la oniomanía – “Una adicción a las compras, independientemente de que se haga o no luego uso de los productos”–, o la tanorexia, la preocupación exagerada por tener la piel morena.

“Existe todo un abanico de comportamientos relacionados con el cuidado personal y la estética que, siendo sanos o neutros a priori, pueden llegar a convertirse en un problema grave. Esta distorsión de la imagen corporal incita al consumo masivo de productos, aun no siendo necesarios, y, en los casos más graves, a acudir repetidamente al quirófano para operaciones de estética, innecesarias a todas luces. A mayor distorsión o preocupación por la imagen, más afectado estarán los hábitos de vida, y se sufrirán más efectos perjudiciales”, añade el psicólogo.

Habla la voz de la experiencia…

Precisamente para poner orden y lógica, son muchas las esteticistas que recomiendan diferenciar el cuidado diario del ritual de belleza completo, mucho más extenso y que no debería ser el habitual. De hecho, incluso tiene un componente beneficioso emocional el ‘regalarse’ una tarde de fin de semana para mimar la piel como no podemos, por falta de tiempo, el resto de los días. Además, hay cremas, como las exfoliantes, que exigen una pausa temporal. Un peeling intenso o el uso de varias formas diferentes de exfoliación al mismo tiempo pueden provocar desde manchas a una afinación de la piel peligrosa contra las radiaciones ultravioleta.

Con las exfoliantes es sencillo saber cuándo nos pasamos, porque podemos sentir los gránulos en la piel y somos más conscientes del cuidado, pero también nos podemos pasar con el propio jabón limpiador. Para saber si es nuestro caso, basta con fijarnos si la piel está tirante tras lavarnos la cara. Una vez al día, salvo en pieles grasas (que en cualquier caso no se recomiendan más de dos), basta. Nos arriesgamos a una desmejora en los tratamientos contra el acné, un envejecimiento prematuro o la sensibilización excesiva de zonas de la cara.

Regálate un ratito a la semana para ti.

Elegir los productos adecuados para nuestra piel y usarlos de forma apropiada es el (no tan) secreto del éxito. No es necesario el uso simultáneo de tres sérum diferentes, cada uno para una zona diferente del rostro. No ocurre nada por hacerlo, siempre y cuando no te convenzas a ti misma que es la única forma real de estar guapa. Ahí es donde debería saltarte la alerta de que, quizás, te estás pasando.

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